Entrevista Montse Querol - historia de ASIC

CONOCE A MONTSE QUEROL

Segunda presidenta de ASIC

Montse Querol

Equipo presidencia 2011-2015

ENTREVISTA

Montse Querol vive en Barcelona. La ictiosis llegó a su vida hace ya 20 años, con el nacimiento de su hija. Desde ese momento, siempre ha trabajado para visibilizar la enfermedad como la ‘hormiguita’ que es: en equipo, sin querer reconocimientos ni méritos «yo era una más del equipo de dirección» pero sin cesar.

Continuamos con nuestra serie de entrevistas para conocer en más detalle la historia de ASIC dentro de la conmemoración del 20 aniversario de la Asociación Española de Ictiosis.

ERES MADRE DE UNA JOVEN CON ICTIOSIS, ¿CONOCÍAS LA ENFERMEDAD ANTES DEL NACIMIENTO DE TU HIJA? 

Durante el embrazo/gestación todo iba bien, siempre digo “que no llegué ni a tomarme un simple Gelocatil”. Me cuidaba, le cantaba al bebé. Todas las ecografías salían bien, ¿por qué iba a tener miedo? Estábamos entre dos nombres. ¡Bueno, cuándo le veamos la carita ya lo decidiremos!

Su nacimiento fue un momento impresionante, pero ese momento soñado se empaña de desesperación y lágrimas porque los médicos te dicen que tu hija debe estar en observación, porque no saben lo que le ocurre. Sientes como tu corazón se rompe.

Recibes el diagnóstico, “vuestra hija padece ictiosis” Te hacen saber que es hereditario y que no se va a curar. No conocíamos la ictiosis ni de la existencia de tantas enfermedades minoritarias… De hecho nos costaba asumir que no hubiera un tratamiento en estos tiempos para intentar curar la ictiosis.

¿EN QUÉ MOMENTO ENTRÁIS EN LA ASOCIACIÓN?

Cuando llegas a casa, buscas información en Internet. En ese momento, marzo de 2001, lo único que encontramos fue la asociación de ictiosis de Estados Unidos (FIRST). A nivel nacional contactamos con FEDER (la Federación Española de Enfermedades Raras) que entonces no era tan conocida, se creó en 1999.  No contaban en su base de datos con ninguna asociación ni familia con ictiosis.  Entonces, les autorizamos a dar nuestro contacto a cualquier familia que contactara con la misma o similar patología.

Afortunadamente, a los 9 meses de Laia, recibimos una llamada de FEDER, un miércoles de noviembre. Ese mismo fin de semana del 24/11/2001 fuimos a Valencia, donde se iban a reunir varias familias y afectados de ictiosis. Sin duda, esa llamada fue un antes y un después para nuestras vidas.

Cuando conocimos la asociación, nuestros sentimientos de soledad, desesperación, incomprensión fueron sustituidos por esperanza. Nunca nadie antes nos la ofreció.

¿EN QUÉ MOMENTO ASUMES LA PRESIDENCIA?

Desde que entré en la asociación estuve presente en la Junta Directiva llevando la contabilidad.

A los 10 años de la asociación, en Becerril de la Sierra, un 11 de junio de 2011,  llega la despedida formal como presidente de José Luján. Para evitar que la asociación quedase huérfana, confiaron en mi figura.

Desde el corazón, muchos ya me conocéis, soy persona de hechos más que de palabras. No me resulta fácil hablar en público. Por ello, a los pocos meses, el 4 de diciembre del mismo año 2011, en un encuentro en Canet d Berenguer (Valencia), tras la petición de respaldo  y apoyo,  surgió la figura de equipo directivo compuesta por mí, Inmaculada Arroyo y José María Soria. Yo asumí la labor de presidencia hasta 2015 pero trabajábamos en equipo.

¿CUÁLES FUERON LOS OBJETIVOS QUE OS PLANTEÁSTEIS COMO JUNTA? DURANTE TUS AÑOS AL FRENTE DE ASIC, ¿DE QUÉ ESTÁS MÁS ORGULLOSA?

Fueron años intensos y de esfuerzo. El objetivo era caminar todos juntos dejando claro el mensaje de que todos somos piezas clave en el equipo directivo, las tres personas ocupamos la presidencia.

Después de una década de mensajes basados en palabras de esperanza, acompañamiento, intercambio de inquietudes y emociones… Sabemos que ya no estamos solos y creemos que era conveniente cambiar nuestro lema. Así surgió, la idea de cambiar el lema inicial de la asociación que era “No estamos solos” a “Ponte en nuestra piel”. Aún hoy sigue vigente.

Nuestro reto más importante fue impulsar la investigación, por lo que en junio de 2012 se creó el primer y único “Fondo de investigación para la Ictiosis” (FIASIC) .

Pero también vimos cumplidas otras metas y sueños como la publicación del cuento Cuando me encuentres, el estudio de prevalencia, el Registro en el Instituto Carlos III, el Workshop centrado totalmente en la ictiosis organizado por los laboratorios Isdin y sus ocho posteriores foros en siete ciudades españolas, mantener nuestra presencia a nivel europeo contribuyendo a la divulgación y a la investigación de nuestra enfermedad, y el “I Encuentro Nacional de Expertos en Ictiosis”.

Estos logros se han conseguido gracias a la creencia, al entusiasmo y al trabajo en equipo. Cuando miro hacia atrás en el tiempo, veo a muchas personas que directamente o indirectamente han influido en estos éxitos: socios, colaboradores, profesionales sanitarios como la doctora Ángela Hernández… Sin todas estas personas, no hubiera sido posible. ¡No me cansaré de darles las gracias!

¿QUÉ MOMENTO RECUERDAS CON MÁS CARIÑO?

Recuerdo muchos momentos compartidos con personas extraordinarias. Son pedacitos de mágica complicidad. No debemos olvidar nunca que el azar del destino nos ha permitido conocernos y formar una gran familia como es la Asociación Española de Ictiosis.

Personalmente, recuerdo con especial cariño, cuando Laia con 9 años (sobre el 2010) tuvo que escribir un cuento como tarea escolar y, por iniciativa propia, escribió e ilustró un cuento dedicado a ASIC ‘La meua germana Júlia(Mi hermana Julia), sobre una niña que está a punto de tener una hermana con una enfermedad. Fue una sorpresa preciosa.

A la cric-cric, el cuento ya está contado, a la cric-crac el cuento se ha acabado.

Y colorín, colorete por la chimenea salió un cohete.

Casualmente, coincidió mas o menos en el tiempo con la propuesta lanzada desde la Asociación de crear un cuento destinado a facilitar el conocimiento y la compresión de la ictiosis a las personas que nos rodean, y, sobre todo, a los niños y adolescentes de sus centros escolares. Cuando me encuentres.

Me siento muy afortunada de haber vivido un momento mágico e ilusionante, como fue llevarlo a cabo, de la mano de Margarita de Vilanova i la Geltrú (Barcelona). Como el destino nos presentó a Marta Minella y como nos afloraban las lágrimas durante los primeros intercambios ese mes de julio del 2011.

¿Cómo era posible que una persona desconocida para nosotros de pusiera en nuestra piel con tanta facilidad y pudiera expresar con sutileza lo que a nosotros mismo nos cuesta? Hay una realidad, Marta no solo es una persona muy sensible, sino que tiene una capacidad de empatía inimaginable. Para nosotros, esto solo es posible con un corazón enorme como el suyo.

¿QUÉ ES LO QUE MÁS TE GUSTA DE ASIC HOY EN DÍA? ¿CÓMO IMAGINAS ASIC DENTRO DE UNOS AÑOS?

Que es una asociación sólida y estable. Hemos conseguido muchas cosas que, sin la unión, habría sido imposibles. Desde la valentía de sus comienzo,s hasta la preparación y la oportunidad actual, en colaboración con grandes dermatólogos, que se están “poniendo en nuestra piel” estamos cada más cerca de la solución.

Mi deseo es seguir caminando todos juntos con la misma ilusión y energía que hasta ahora, para seguir haciendo grande a ASIC.

¿QUÉ LE DIRÍAS A LAS PERSONAS QUE TE LEAN QUE AÚN NO FORMAN PARTE DE ASIC?

“El momento en el que te planteas como será tú vida y la de tu hijo, la desconfianza, la impotencia, el pavor nos puede inundar haciéndonos perder toda perspectiva, pero no podéis dejaros vencer porque siempre hay una ventana abierta”

Que encontréis en nuestra Asociación el punto social y de apoyo que pretende ser. Nuestra meta, después de todo es humana. Es un privilegio formar parte de ASIC. 

P.D. Me gustaría agradecer a todas las personas que en este tiempo, dentro del equipo directivo o como socias, han colaborado en las diversas actividades y logros, por el sentimiento de ver crecer junto a todos nosotros la gran alegría de ser grandes siendo pequeños. Y un agradecimiento especial a Marta Minella por su entusiasmo, su ilusión, su comprensión, su cariño, su forma de ser, y sobre todo, su saber entender enseguida nuestro día a día, a la hora de abrir su imaginación, su creatividad y su especial “caja de tesoros”.


Entrevista José Luján - primer presidente de ASIC

CONOCE A JOSÉ LUJÁN

Primer presidente de ASIC

José Luján

Primer presidente de ASIC

José Luján es de Valencia, tiene tres hijos, trabaja en banca y sí, tiene ictiosis. Aunque eso no es algo que le defina, algo que sí lo hace es su constancia y sus ganas a la hora de trabajar para crear una red una «familia» en la que no volver a sentirse solo.

Él, junto a otras familias, fue una de las personas encargadas de crear la Asociación Española de Ictiosis. Con motivo del 20 aniversario de la entidad, le entrevistamos para conocer en más detalle la historia de ASIC.

ENTREVISTA

LA CIENCIA HA AVANZADO MUCHO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS. ¿EN QUÉ MOMENTO TE DIAGNOSTICAN QUE TIENES ICTIOSIS?

No recuerdo mucho de pequeño, pero sí que recuerdo que íbamos a muchísimos médicos, y ninguno de ellos tenía ni idea de qué enfermedad se trataba.

Con unos 3-4 añitos, recuerdo a un médico calvo que, después de su asombro y de examinarme: se sienta detrás de su mesa, saca un tocho de libro y comienza a pasar páginas, una tras otra, hasta que de repente para en una, la señala y dice con voz alta: “!!ESTO ES¡¡ ¡¡ ictiosis!!”.

Icquieeeqeeee” dijeron mis padres. “Ictiosis”. Y ahí, le pusimos nombre a esta extraña enfermedad que ni los dermatólogos conocían.

En cuanto a cura o paliativos, este hombre tampoco supo darnos más, pero sí que al menos le pusimos nombre.

A partir de ahí, ya se les decía a otros médicos, los cuales indagaban. Recuerdo, como curiosidad, que muchos de ellos indicaban que no me bañaran y que el agua  en mi piel con cuentagotas, que era perjudicial.

Gracias a esos padres que no siempre hacen caso a los médicos y siguieron haciendo a diario mi baño en bañera, rascarme, seguir probando un sinfín de cremas…

Era la literatura de antaño, de principios de siglo XX. Me imagino que antiguamente, no aconsejarían el baño a las personas que padecían ictiosis porque tampoco existirían buenas cremas, ni estarían al alcance de todos. Por lo que, si usaban el agua, deberían de acabar super resecos, con grietas, con picores, la piel super tirante, ennegrecidos… lo debieron de pasar muy mal.

¿TIENES ALGÚN FAMILIAR CON ICTIOSIS?

Es un tema que siempre me tuvo en vilo. Cuando ya indagamos algo más, y nos decían que era hereditario, todo era intentar hacer memoria de los bisabuelos, tatarabuelos y demás familiares. Y no,  no se recordaba a ningún familiar con la enfermedad.

¿ALGUNA VEZ BUSCASTE SI EXISTÍA UNA ASOCIACIÓN O MÁS PERSONAS CON ICTIOSIS?

En mi juventud, y menos en mi niñez, no existían las asociaciones como hoy las conocemos. Lo máximo que existía era los Junior, los Boys Scout, la AECC, el Domund…

Con lo que solo quedaba ir por la calle mirando a toda la gente con la necesidad de encontrar a alguien como tú, de no ser un bicho raro, de no estar solo en este planeta. Nunca encontré a nadie, y como norma, la mayoría de los médicos tampoco conocía a nadie. Y si alguno lo conocía, no te ponían en contacto con esa persona.

A mí me encontró el tío de Pedro Parreño, pero yo ya con 27 o 28 años.

¿EN QUÉ MOMENTO DECIDÍS CREAR LA ASOCIACIÓN?

 Fue un cúmulo de circunstancias. A raíz de conocer a Pedro y Amada y su hijo, y salir ellos en las televisiones y periódicos reclamando el pago de cremas, unas cuantas familias se pusieron en contacto con ellos, y ahí es donde vimos que había mucha más gente afectada. Ya no estábamos solos. Un poco después, en nuestra visita a unos niños y jóvenes en Castalla (Dani, David, Sole, Sergio, y sus padres Sol, Pere, Dani, Marisol), coincidimos con ellos en que hacía falta organizarse y crear una asociación que nos uniera, y, sobre todo, que nos hiciese conocernos unos con otros y que todos hablásemos el mismo idioma: “la piel”.

Algo que hoy se ve tan normal y habitual.

Pasaron un par de años, y con el nacimiento de Néstor y María, el médico que les atendía me presentó a su sobrina María Barberá, también doctora y con ictiosis, y la complicidad fue tal que nos dimos cuenta de que necesitábamos hablar de nuestra enfermedad entre nosotros… y con otros afectados; y ese fue el respaldo final para que un día de diciembre de 2000, nos juntáramos para que naciera ASIC y crear sus estatutos.

¿CUÁL FUE EL PRIMER HITO QUE OS PLANTEÁSTEIS?

El primer paso fue contactar con toda la gente que había llamado a Pedro y Amada, y hacer la primera Junta General con todos los que acudieron.

Fue el primer contacto con todos ellos y una sensación muy extraña para todos. Nunca en España se habían juntado tantas personas afectadas de ictiosis. Este primer encuentro supuso un gran intercambio de experiencias, de emociones, constatar la gran disparidad de tratamientos, y que teníamos necesidad de hablar unos con los otros. Gracias a Javi y María José, José María y Lola, Isabel y Antonio, a mis amigos de Castalla, a mis padres que me acompañaron en estos primeros momentos difíciles pero llenos de ilusión. Y al año siguiente, que se incorporó más gente, a Nuria, Ana Mª ,Montse y Ovelio… Todos ellos trabajaron por llevar adelante nuestra Asociación.

El objetivo de estas dos primeras juntas fue intentar llegar al mayor número de servicios de Dermatología de todos los hospitales de España, para dar a conocer la existencia de la Asociación y que invitaran a los afectados a contactar con nosotros. Para ello hicimos una carta y la mandamos con el primer folleto y el cartel que confeccionamos. Igualmente, establecimos la estructura de la Asociación y de cómo queríamos que funcionara para intentar dar cabida en la junta a todo el mundo, y fuimos planteando diferentes retos para un futuro cercano y comenzamos con nuestra página web, a fin de difundir la asociación.

Muchas gracias a todos los que colaborasteis tan desinteresadamente por y para la Asociación, sin vosotros yo no hubiera hecho nada ni estaríamos ahora donde estamos, muchas gracias Lola y Pepe, Santi, Carol, Angela, Inma y Chus, Chema y Pámen, Ana, Manolo, Paz y Mateo, Margarita, Gema y José… y tantos otros que han colaborado en un momento dado ofreciendo lo que tenían.

Y gracias también a todos los profesionales que nos han acompañado y asesorado a lo largo de esos años: Paco Martínez, Mercedes Rodríguez, Teresa Martínez, Fernando Vozmediano, Lali Baselga, Pablo de Unamuno, Montse Évole, Ángela Hernández, Dr. Posadas, Gabriela Pérez, Inma Navarrete, a todos los voluntarios y a la Asociación Babilón, y alguno más que me habré dejado en el tintero…

¿CÚAL FUE EL PRIMER HITO QUE CONSEGUISTEIS?

El primer gran éxito, por supuesto, fue constituir la asociación (en una época en donde el internet era muy incipiente y poco operativo, los móviles eran sin datos y las llamadas carísimas), todo esto hacía que encontrar información fuera muy complejo. Todo el tema de los estatutos, los temas legales, las inscripciones en los registros… Como dato curioso, nuestros estatutos están sacados de la recopilación de lo mejor de otros 6 estatutos de otras asociaciones.

Pero sin duda, lo que más nos llenó a todos, y supuso un antes y un después en nuestras vidas, fue el crear una gran familia partiendo de nuestras JORNADAS anuales, donde pudimos todos conocernos e intercambiar opiniones y pareceres. Muchas gracias a todas las familias que ayudasteis a hacer realidad esta Asociación. Esas primeras Jornadas en Cuenca, allá por el año 2003,  fueron el respaldo final para saber que la asociación tenía un papel fundamental, y podía ser muy importante para muchas personas.

DURANTE TUS AÑOS AL FRENTE DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE ICTIOSIS, ¿DE QUÉ ESTÁS MÁS ORGULLOSO?

De todos sus socios que, de pronto, se convirtieron en parte de una familia que esperaba año tras año a verse, y ver como cada año se incorporaban afectados y padres nuevos deseosos de vivir ese calor humano que no era igual en otros ámbitos, y que hizo que me sintiera muy orgulloso de poder ayudarles.

¿QUÉ ES LO QUE MÁS TE GUSTA DEL ASIC DE HOY?

Que seguimos siendo esa gran familia, que nos seguimos necesitando unos a otros, y que los retos que se han establecido no tienen fin.  Se ha realizado muchísimo camino, pero todavía queda muchísimo más por realizar, y la gran junta directiva, con Chema al frente, están guiándola con paso firme y concienzudo. Están realizando un gran trabajo, muy profesional, en equipo y muy bien organizado.

¿CÓMO IMAGINAS ESIC EN UNOS AÑOS?

Las asociaciones bien dirigidas y colaborativas, no tienen fin. Si no nos desviamos de esas premisas, auguro un gran futuro para generaciones venideras.

Lo más importante, es saber dar de ti todo lo que puedas, y en un momento dado apartarte porque seguro que habrá otras personas capaces de coger tu relevo e incrementarlo exponencialmente.

Gracias Montse y Ovelio, por continuar en su momento esa labor.

¿CÓMO ANIMARÍAS A LA GENTE A UNIRSE A ASIC?

No lo pienses más. VENTE, CONOCENOS, sin miedo. No te arrepentirás.

 PD: Y como no, gracias a mis hijos que me han aguantado todos esos años dedicados a la Asociación (y que les ha robado tanto tiempo), y, sobre todo a Desirée, que sin ella a mi lado y sin su ayuda, nunca hubiéramos llegado a buen puerto.


No somos raros

Lanzamos la campaña NO SOMOS RAROS

Con motivo del mes de las enfermedades raras, que se celebra en todo el mundo durante el mes de febrero, desde la Asociación Española de Ictiosis hemos lanzado la campaña NO SOMOS RAROS.

Se trata de una campaña de sensibilización y normalización que persigue desestigmatizar a las personas que padecen ictiosis en nuestro país.

La campaña está compuesta por distintas piezas de vídeo en las que se recogen las historias de personas afectadas con ictiosis de diferentes edades y patologías.

El objetivo de esta campaña, que estará activa durante todo el mes de febrero y que contará con presencia en redes sociales, es demostrar que la vida de las personas con ictiosis no es rara porque ellas no son raras, lo raro es la enfermedad por su escasa prevalencia (solo 1 caso cada 250.000 – 300.000 nacimientos).

A lo largo del mes, conoceremos las historias de Mateo, un niño de 3 años al que le encanta Peppa Pig; de Ari, una joven de 20 a la que le encanta bailar; de Antía, empresaria de su propia clínica veterinaria; o Irene, madre de dos hijos y administrativa en un instituto.

Historias de vida acompañadas de una enfermedad rara como es la ictiosis.

¿Qué es la ictiosis?

La ictiosis es una enfermedad genética que en España solo padecen entre 300 y 500 personas que afecta principalmente a la piel pero que requiere de la atención multidisciplinar de otros expertos al afectar también a órganos como la vista, los oídos y, en casos más severos, la movilidad.

Aunque existen 36 tipos de ictiosis con diferentes sintomatologías, todas ellas se caracterizan por presentar:

  • Una sequedad cutánea extrema que reduce o elimina la elasticidad de la piel, y favorece la formación de grietas y heridas que están siempre abiertas e impiden la correcta movilidad articular (dificultades para caminar, escribir, conducir, etc.) y son posibles focos de infección
  • Descamación severa y continúa
  • Engrosamiento de la piel (hiperqueratosis)
  • Enrojecimiento (eritema)
  • Alteración o inexistencia de sudoración (hipohidrosis)
  • Intolerancia al calor
  • Falta de regulación de la temperatura corporal

 Debido a su escasa prevalencia, no es de gran interés por las farmacéuticas y no existe cura, todos los tratamientos que hay hasta la fecha son paliativos (para aliviar síntomas).

Las personas afectadas necesitan aplicar a su piel una media de 2 horas de cuidados diarios, lo que les obliga a quitar tiempo de lo que les gusta: jugar, estar con su familia, bailar…

Además, gran parte de los tratamientos no están financiados por el Sistema Nacional de Salud, lo que obliga a las familias a asumir un coste medio de 200-300 € al mes.

La Asociación Española de Ictiosis es la entidad sin ánimo de lucro, declarada de utilidad pública, que trabaja desde hace 20 años en favor de las personas con ictiosis en nuestro país. La labor de la entidad es sensibilizar a la sociedad de lo que supone vivir con esta enfermedad rara, así como trabajar en dar respuesta a las necesidades de los pacientes de cara a mejorar su calidad de vida y encontrar la cura.

Con motivo del 20 aniversario, desde la Asociación Española de Ictiosis están trabajando en la celebración de distintos eventos  


El verano con ictiosis por Samuel San Juan

Sol, calor, sofocos, deshidratación, sensación de cansancio, frustración… Esto es lo primero que nos viene a la cabeza cuando hablamos del verano de una persona que vive con ictiosis. Pero, ¿y la otra cara de la moneda?, ¿estamos condenadas las personas con ictiosis a permanecer en casa entre las 12h y las 21h?

¡POR SUPUESTO QUE NO!

Frente al sol, busquemos la sombra. Frente al calor, refresquémonos periódicamente. Frente a los sofocos, hagamos una pausa, por ejemplo, cuando llegue el cansancio, veamos nuestra serie favorita… Y ante a la frustración, vayamos de la mano de nuestra ictiosis a darle a la vida una buena dosis de superación.

No vamos a negar la realidad, hay momentos duros durante el verano y hay que pasarlos, esto es así. No podemos hablar por el 100% de los afectados, pero es muy probable que un niño prefiera pasar el mal rato de no ser capaz de reducir el calor que tiene después de salir a montar en bici con sus amigos (ni dándose un baño de agua helada), a quedarse en casa y no ser lo que es: un niño que quiere ir a montar en bici con sus amigos.

No es fácil pero debemos enseñar a nuestros hijos a encontrar ese maravilloso equilibrio que les permita asumir riesgos de una forma más o menos controlada: porque el calor y el picor se van, pero el orgullo y la realización personal, permanecen. Y la experiencia aumenta.

Todos tenemos ese sexto sentido que nos dice cuándo parar, sólo tenemos que ponernos de acuerdo con él. Veréis que vuestros hijos (o vosotros mismos si sois afectados) van desarrollando su propio sistema de juego y, si aprendéis a ver un poquito más allá, veréis cómo nace en ellos una simbiosis perfecta con su piel. Con el tiempo, serán perfectamente capaces de diferenciar entre 2 situaciones claras:

  • cuando su piel les dice “ya es suficiente, necesito que me cuides”
  • cuando le puedan decir a su piel: “¡vamos!, aguanta un poco más, corre otros 100 metros, da otra pedalada, salta de nuevo, yo sé que podemos”

Es importante saber que, con el paso de los años, tus hijos recordarán de soslayo los malos ratos que vivieron a causa del calor del verano, pero nunca perderán todos esos momentos que le hicieron crecer con sus amigos. No debemos hacer que los pequeños se pierdan su infancia. El verano no es un obstáculo, sino una época del año, sin más, una en la que hace más calor y en la que debemos tomar más medidas de precaución.

Nuestros hijos deben conocer estas medidas a fondo, pero al final serán ellos quienes las administren de la manera que crean más conveniente, poniendo en una balanza su piel y sus vivencias personales. Veremos que unas veces se inclina hacia un lado y otras hacia el otro. Y quizá alguna vez la balanza se incline demasiado y nuestro hijo llegue a casa con una herida fruto de la ansiedad por jugar. Pero si nunca intentan romper sus límites, ¿cómo van a saber dónde están los límites de su piel con ictiosis? Será ese el momento de sentarnos con nuestros hijos y armar la balanza de nuevo. Con el tiempo veremos que el equilibrio es mayor, y menor la oscilación de nuestra balanza de la vida.

Sepamos que los sofocos, el calor, los picores, los llantos… son inevitables, pero cada lágrima derramada llenará el recipiente de la experiencia de nuestro hijo si viene  acompañada de la superación de un objetivo o de una frustración.

Ayudemos a nuestros hijos con ictiosis a vivir el verano sin privarse de él. No olvidemos que son niños, con ictiosis, sí, pero niños al fin y al cabo.


Mi pequeña bebé colodión por Manuela Izquierdo

Manuela Izquierdo, mamá de Carmen.

¡Vamos a tener un bebé!

Así fue, con esta sencilla frase, como anunciamos a nuestros familiares y amigos la llegada de nuestro bebé. Desde ese mismo momento todo eran preguntas: ¿será niña o niño? ¿cómo será su pelo? ¿y sus ojos? ¿cómo será su piel? Esto último realmente nunca nos lo preguntamos. Dimos por hecho que estaría bien. No fue hasta el momento de su nacimiento cuando nuestras dudas se disiparon: fue niña, Carmen, su pelo era negro y abundante (aunque ahora es rubita), sus ojos del color de todos los bebés, celestes y muy vivos, y su piel… una piel especial… nuestro bebé era un bebé colodión.

Solo pude verla un instante, el más feliz de mi vida. Algo no iba bien, nos informan que aprecian en su piel unas lesiones y que deben llevársela, quedaría ingresada en la Unidad de Neonatos. ¡Qué poco me duró esa felicidad!

No recuerdo el momento exacto en qué nos informaron de que Carmen era un bebé colodión y que posiblemente desarrollaría una enfermedad llamada ictiosis. Lo primero que tuve que hacer fue empezar a memorizar términos, nunca habíamos oído sobre esa rara enfermedad. Era algo desconocido y, como ocurre siempre, me despertó mucho miedo, angustia y dolor. Solo pensaba en ese momento: ¿por qué nos estaba pasando eso a nosotros, a ella? ¿Qué hicimos mal?

Imposible describir las sensaciones de esa primera noche en maternidad escuchando el llanto de los otros bebés y yo tener que estar separada de Carmen. Y sin parar de pensar en cómo estaría ella, tan sola en aquella incubadora al fondo de la sala. Por mi cabeza pasó de todo, cosas muy horribles que no me avergüenza confesar, pero por suerte en algún momento de esa larga noche pensé, tenemos que buscar ayuda, alguien debe saber de esto. Encontré a ASIC.

A la mañana siguiente del nacimiento de Carmen me puse en contacto con la asociación. Esa primera conversación duró algo más de una hora, una hora en la que se abrió una ventana de esperanza y de futuro. Me escucharon, empatizaron y supieron compartir mi sufrimiento para que mi carga fuera menor. Pero, sobre todo, me aconsejaron que estuviese pendiente de las pautas, cuidados y tratamientos que los médicos aplicarían a la niña.

¡Qué importante ha sido la labor de la Asociación Española de Ictiosis para nosotros! Estuvo a nuestro lado desde el primer momento, siguiendo la evolución de Carmen, asesorándonos, informándonos, adelantándose a esos cambios que estaban por venir y que, por suerte, en nuestro caso siempre fueron a mejor.

Supieron ver a mi bebé colodión automejorativo cuando aún nadie se había pronunciado y estábamos pendientes del resultado genético. Siempre desde la prudencia y sin darnos falsas esperanzas.

Seguro que hay otras familias que se sienten identificadas y que de una manera u otra han pasado por una experiencia parecida. ¡Ánimo, no estamos solos!

Hoy Carmen es una niña muy feliz, muy, muy querida, simpática y, como un buen amigo me dijo un día “el bebé colodión más bonito”.

No he encontrado respuesta al por qué ha ocurrido todo esto y hoy sé que no la encontraré.

La pregunta ahora es: ¿para qué ha ocurrido? Todo lo que nos ocurre es necesario para algo, para que aprendamos, experimentemos o simplemente para permitir que otras cosas mejores nos sucedan más adelante.

Tenemos fe y disfrutamos de la vida, tomando de ella lo mejor en cada momento.

Este reportaje se encuentra publicado en la revista número 10 de la Asociación Española de Ictiosis. Puedes descargarla y leerla al completo, aquí.


Mi vida con la ictiosis: Esther, abuela de un niño con ictiosis

Soy Esther, la abuela de un niño precioso con su piel de Ictiosis. Os quiero contar cómo viví mi experiencia.

Nos llamaron para decirnos que nacía antes de tiempo (se adelantó más de un mes). Cuando le pudimos ver nos llevamos un gran susto, estaba en la incubadora, todo vendadito y para colmo no le podíamos tocar, aunque precioso.

Así de sopetón no entendía nada, pero os puedo decir que no me pregunté el porqué, si no qué había que hacer para adaptarme a esa situación lo antes posible.

Lo primero que aprendí fue a no asustarme, a mirar solo el momento, y después a cogerle sobre una almohadita para no dañar su delicada piel y a darle sus cremas.

Ahora tiene 5 años y le encanta que le cuente, con mucha ternura, el cuidado con el que le cogíamos y cuidábamos, mientras me mira con ojillos alegres, sintiéndose protagonista, a pesar de tener que adaptarse a la incomodidad de ocuparse todos los días de su piel tan especial. Pero es el niño más simpático y bonito que existe.

Os puedo decir que se llegan a normalizar las dificultades, hay que mirar al futuro estando seguros de que darán con la solución para su enfermedad y mientras tanto a disfrutar de ellos que de verdad son niños muy especiales.


Mi vida con ictiosis: José Miguel, hermano de afectado

Me llamo José Miguel, tengo cuarenta y siete años; soy hermano de un afectado de ictiosis que ahora tiene treinta y dos años. Afectado es un término que casi nunca he utilizado para hablar de mi hermano, pues poco o nada me he fijado en su enfermedad, desde hace mucho tiempo.

Veréis, cuando mi hermano nació me quedé paralizado, al igual que mis padres. Los médicos dijeron que tenía una enfermedad de la piel muy rara, que era el primer caso que veían en nuestra ciudad. Cuando lo vimos parecía un niño quemado, no tenía párpados ni cejas; estaba en la incubadora, con vendas por gran parte de su cuerpo. Los médicos dijeron que no sabían si resistiría mucho tiempo, que era muy probable que no saliera adelante. El shock fue tremendo.

Pero salió adelante, vaya si salió. Mi hermano ha sido un luchador toda su vida, empezó a demostrarlo muy pronto. Varias semanas después nos lo llevamos para casa. Los médicos ya habían hecho su trabajo; ahora empezaba el nuestro. Mis padres y yo nos volcamos en él, sus cremas, sus baños, sus limpiezas. Quizás fue el cariño con el que lo hacíamos, tal vez la naturalidad al hacerlo, o puede que el hecho en sí de que cada sesión era una fiesta en la que mi hermano era el protagonista, pero él nunca, nunca se sintió un enfermo. Para él era algo natural, con lo que había nacido. A veces le dolía cuando le quitábamos una piel muy gruesa de la cabeza, o le escocía una llaga del pie mientras se la curábamos, pero luego se le pasaba. Luego él y yo jugábamos y no había dolor, ni llagas, ni nada. Siempre con una sonrisa en su cara.

Fue creciendo, empezó el cole, luego la adolescencia, el insti, la uni, el trabajo. Y puedo decir que no recuerdo ni una sola vez que mi hermano fuera apartado o señalado por ninguno de sus amigos o compañeros. En eso ha sido muy afortunado. Recuerdo que alguna vez le preguntaban qué le pasaba. Él siempre respondía lo mismo, siempre decía: “nada, nací así, pero no me pasa nada”. Creo que ese ha sido el gran éxito de mi hermano. Él nunca ha visto su enfermedad como una traba, un impedimento o un aislamiento social. Y es eso precisamente lo que los demás perciben, porque es lo que él transmite. Él sabe muy bien cuáles son sus limitaciones, las conoce y las controla; no deja que le controlen a él. Él vive con ictiosis, no para la ictiosis.

Por eso decía al principio que no veo a mi hermano como un afectado, porque él es el primero que no se ve así. Y esa es una gran lección que nos da a todos cada día.

A los familiares de enfermos de ictiosis os digo que es tan importante mirarles a los ojos como cuidarles al inicio de sus vidas. No son diferentes, no necesitan que les compadezcamos, no quieren ni deben vernos tristes, porque somos su espejo cuando nacen, su apoyo cuando crecen y sus cómplices hasta el final. Nuestra fortaleza les hará fuertes. No podemos fallarles.

Y a los enfermos de ictiosis, si me lo permitís, os digo lo mismo que dice mi hermano. No pasa nada, nacisteis así, ¿y? No dejéis nunca que miradas o comentarios os hagan daño; la ignorancia es muy osada. La mayoría de la gente dirá que los árboles no les permiten ver el bosque, dejarlos. Sólo aquellos que puedan ver el bosque, aquellos que os miren a los ojos, los que no os juzguen, ellos serán los afortunados de contar con vuestra amistad. Siempre adelante, siempre.


Mi vida en ASIC: conoce la historia de Samuel

Si tuviese que elegir una palabra para definir mi reacción ante el descubrimiento de que existía en España una asociación para los afectados de ictiosis y sus familias, sin duda sería ‘indiferencia’. He de decir que tras 18 años de puro aislamiento en cuanto al trato con otros afectados se refiere, no creo que quepa otro sentimiento. Al fin y al cabo sólo queremos continuar con nuestras vidas de la manera más normal posible en todas las etapas de nuestro camino; de todas formas nadie puede curarnos la ictiosis ¿no? ¿Para qué pedir ayuda si nadie nos puede ayudar?

Lo mejor y más lógico era quedarme quieto en el entorno que controlaba. Había conseguido pasar por la Educación Primaria y Secundaria sin ser objeto de rechazo por causa de mi piel. Y, si bien es verdad que nunca he tenido mayor problema al relacionarme con la gente, el único que me hacía, a veces, sentir su rechazo, era ese tío que me miraba desde el espejo. Siempre me decía lo mismo: “Mira cómo tienes la cabeza, por mucha crema que te des no vas a estar bien, siempre te lloran los ojos, arráncate esa piel que ahí sobra, hoy toca tratamiento capilar, has vuelto a manchar las sábanas de sangre, no puedes hacer esto, no puedes hacer lo otro…”  Y lo que hice fue lo que nadie había hecho conmigo… Apartar la mirada y hacer como que no le escuchaba, dejarle de lado, abandonarlo, pues no me hacía ningún bien.

En cualquier caso, el tiempo no se detiene y poco a poco, a medida que avanzamos por nuestro sendero, crecemos en edad y en experiencia, en sabiduría... y también emocionalmente. Supongo que todo requiere de un proceso más o menos largo pero, transcurrido un tiempo, dejé de mirar y aprendí a ver. Y lo que vi no me gustó. Le había dado la espalda a la parte de mí que más me necesitaba, a la que más sola estaba, a una parte a la que yo no quería atender porque no me gustaba lo que decía, sin darme cuenta de que no era rechazo lo que había en él, sino miedo.

Es curioso cómo uno puede sentarse y, escuchando, darse cuenta de toda esa ayuda transparente que ha tenido a lo largo de los años por parte de su entorno. Un apoyo constante que consiguió hacer que el centro de mi vida no fuese la ictiosis, sino la propia vida. Así que dejé aparecer de nuevo a ese tío del espejo, y comencé a sonreírle, y le pedí perdón por lo que le había hecho. Ya me había demostrado a mí mismo que era capaz de hacer casi cualquier cosa que me propusiese, con o sin ictiosis. Era la hora de hacer algo por los demás, y la asociación española de ictiosis podía ser una buena herramienta. Obviamente con 29 años yo tenía mucho que decir sobre cómo se vive con ictiosis, pero no era consciente de todo lo que tenía que aprender.

Tras dejar atrás las dudas y después de un par de largas conversaciones con una persona de la asociación, madre de un niño con ictiosis lamelar, decidí que era el momento de actuar, y me planté en las jornadas de convivencia que celebran anualmente. Contaban con la participación de muchos expertos y era un espacio para que todos los afectados y sus familias pudieran acudir. Yo quería empaparme de todo aquello y saber cómo podía colaborar, quizá con los más jóvenes. Estaba nervioso y algo asustado, pero también emocionado. 

Entré en el recinto y vi a un montón de gente, yo no sabía con quién hablar ni qué decir pero una chica que estaba repartiendo tarjetas de identificación se acercó a mí con una sonrisa enorme y empezó a presentarme a la gente. Lo que más abundaba eran padres de niños afectados y durante 5 minutos mis ojos no pararon de moverse, observar, mirar aquí y allá. Conseguí detener la mirada y entonces vi; y supe, sin atisbo de duda, que nunca más seríamos sólo el tío del espejo y yo. 

La experiencia fue inolvidable y desde el segundo 1 empezaron a romperse mis esquemas, pues esa ayuda y apoyo que yo quería prestar a los demás, desde luego no iba a ser unidireccional, ya que desde el momento en que mi piel contactó con la suya, el aprendizaje fue mutuo. 

Aquel día, rodeado de tantos “yo de niño”, fue un viaje al pasado extraordinario, pero también una toma de consciencia del presente y un contacto con la realidad de las familias que viven con ictiosis, como yo. Y cuando conducía de nuevo hacia casa, después de todas las ponencias de los expertos en ictiosis, de las palabras de numerosos padres, de actividades donde pude conocer la realidad individual de otras personas y lo que sentían, de comidas y cenas con voces más y menos experimentadas que la mía… Después de todo eso comprendí que ese intercambio no debía acabar, que debía tomar ejemplo de los que llevaban años luchando por mí sin que yo lo supiera. Apartarse no es una opción, cuando la mirada y la sonrisa, pero también el llanto y las dificultades de esos niños te dicen que esta lucha es un suma y sigue, que nunca les des la espalda pues en cierto modo su ictiosis es también la tuya.

Al llegar a casa, de noche, y meterme en la cama todavía pensando en lo que había vivido, entendí que estaba, una vez más, detrás de la línea de salida.

Y desde entonces, pasito a pasito, caminamos hacia un futuro que construimos entre todos, también contigo, de la mano de la ictiosis.


Mi vida en ASIC: conoce la historia de José Antonio

Soy Jose Antonio, un afectado de ictiosis adulto.

Hace años te hubiese dicho, “no estás solo”. Como lema inicial de la asociación, en sus primeros tiempos, era una verdad como un templo. Pero hoy, muchos años después, somos mucha gente la que estamos ahí con ictiosis. Hemos pasado de ser invisibles a ser visibles y tener una visión muy diferente de la propia enfermedad y de nuestro sitio en la sociedad.

Los afectados estamos ahí para ayudarnos los unos a los otros, para compartir ideas y experiencias, tratamientos y cremas, miedos y problemas… En definitiva, para apoyarnos entre nosotros y con la suerte de tener detrás  a la familia de ASIC, la Asociación Española de Ictiosis.

Lo que en muchos momentos nos podría provocar mucha desazón, preocupación, aislamiento, miedos… cobra una nueva dimensión cuando estamos con más gente que padece nuestra misma enfermedad. Gente que es igual que nosotros, que entiende lo que decimos, que  comprende cómo somos...

Por ello, por muy bien que estemos y nos encontremos, es muy importante el estar todos juntos, el conocer a otras personas afectadas y poner en común nuestras experiencias. Esto nos ayudará, bajo el amparo de la asociación, a encontrarnos mejor y afrontar la vida y sus vicisitudes de otra manera más natural y saludable.

El dar visibilidad a nuestra enfermedad servirá para que nuestro entorno nos acepte mejor y entienda en muchas ocasiones nuestros problemas y situaciones. Se vuelva más tolerante.

Date la oportunidad de conocernos y compartir con nosotros tus inquietudes.


Mi vida con la ictiosis: Alicia, amiga

Me llamo Alicia y soy amiga de Ana, una persona afectada de Icsiosis. Enfermedad es la primera palabra que se me vino a la cabeza cuando Ana, una persona con Ictiosis, me pidió que escribiera unas palabras sobre nuestra amistad de "tres": ella, la Ictiosis y yo.

Unos días después me puse manos a la obra y, tras varios intentos en los que no terminaba de sentirme cómplice con lo que escribía, empecé a reflexionar sobre mi primera reacción ante la petición que Ana me había hecho, y fue ahí donde se encontraba el trasfondo de lo que suponía para mí que dicha enfermedad formara parte de mi vida.

Entonces apareció en mi mente la segunda palabra clave para escribir esto: normalización.

Conocí a Ana hace siete años en el instituto. No recuerdo cómo comenzó nuestra amistad exactamente, pero tampoco que la Ictiosis formara parte de ella, ni que me hiciera preguntarme si le dolía, si le avergonzaba, si le habría sido difícil asumir como era… y creo que esto fue así porque la enfermedad la eligió sin pedirle permiso. Pero lo que sí que tenía claro Ana es que si había llegado para quedarse, no iba a dejar que fuera dueña de su vida, sino un complemento más de la misma.

De esta forma y siempre teniendo presente dicho pensamiento, comenzó en ella un trabajo interno de aceptación y de normalización, entendiendo y reflejando que no debía ser un problema para los demás, como tampoco lo era para ella.

Las cosas no siempre eran fáciles; a veces se podían apreciar las consecuencias de la enfermedad en ella.

Ana y yo fuimos compañeras de piso el primer año de universidad y nunca había conocido a una persona que tuviera que barrer tantas veces su habitación. Ella me decía: “parece que nieva”, y eso me hacía reír automáticamente. También recuerdo cómo se embadurnaba en crema, aunque lo mejor era que, cuando salíamos juntas, me dijera: “Alicia, ¿me guardas este botecito en el bolso?” y cuando había suerte me lo llevaba sin querer a casa, y ella siempre me decía después: “no importa, te lo regalo”. Además, recuerdo varios días de mucho calor en los que Ana no podía andar a causa de las ampollas que le salían en la piel… y ella me pedía que quedáramos en un sitio más cercano a su casa y, claro, cómo no ponérselo fácil, si ella me lo ponía a mí cada día.

Estoy segura de que el camino hacia la normalización y aceptación propia y de los demás no es fácil, incluso a veces sigue sin serlo, pero aunque suene tópico, nada que merezca la pena o que vaya a proporcionarnos gran valor es fácil, sino al contrario…

Ana, con pequeñas metas y pasos, y no rindiéndose ante cada caída, ha conseguido hacer de su enfermedad un aliado, junto con el que ha forjado su personalidad, la misma que me hizo plantearme hace unos días si de verdad había una tercera persona en nuestra amistad: la Ictiosis.